Gran acuerdo nacional, diálogo de sordos

Gustavo Petro | BLU RADIO
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No es agraviando y descalificando a los opositores como el presidente Petro logrará la tan ansiada reconciliación nacional.

¿En qué piensa el presidente Gustavo Petro cuando habla pomposamente del “gran acuerdo nacional”? La pregunta tiene validez por la sencilla razón de que una cosa es lo que dice Petro en sus discursos y otra la que hace contra todos aquellos que se atreven a llevarle la contraria. Está demostrado que el nivel de tolerancia del Presidente, cuando se trata de escuchar a quienes piensan diferente, es muy bajo, casi nulo.

Desde que tomó posesión el 7 de agosto del 2022 en la Plaza de Bolívar de Bogotá, Petro planteó la necesidad de celebrar un “gran acuerdo nacional”, que permita superar las enormes diferencias sociales, económicas y políticas, que por décadas han enfrentado a los colombianos como perros y gatos. El anuncio presidencial tuvo muy buena acogida, pese a que durante la campaña Petro no hizo otra cosa que meterle candela al fuego de las brechas sociales existentes en el país.

El problema radica en que el presidente Petro propone y promueve un “gran acuerdo nacional” dejando por fuera a quienes tienen una visión distinta, tanto de los problemas nacionales como de sus soluciones.

Es decir, el acuerdo de Petro consiste en excluir a quienes tienen que ser parte de la solución de los problemas. ¿Cómo solucionar la crisis nacional sin los gremios, sin el Congreso, sin el sector productivo, sin los medios de comunicación? Todos ellos son los flancos predilectos de Petro para fustigarlos a diario. Mientras Petro se muestra generoso con quienes por décadas destruyeron empresas a lo largo y ancho del país, se vale de un lenguaje incendiario con quienes generan empleo y progreso.

Gustavo Petro, Photographer: Nathalia Angarita/Bloomberg

Petro no puede pretender un “gran acuerdo nacional” sin escuchar a quienes señala -injustamente- de ser los grandes culpables de la crisis nacional, sin que ello signifique que no tengan una dosis de responsabilidad en la crisis actual.

¿Pero acaso los grupos guerrilleros -de los que Petro hizo parte- no son responsables del atraso nacional? ¿Cuántas fábricas cerraron por su accionar criminal? ¿Cuántas familias destruyeron? ¿Cuántos ganaderos secuestraron y asesinaron? ¿Cuántos empresarios debieron abandonar el país? De manera que es por lo menos injusto que Petro descargue su resentimiento y frustración contra quienes apostaron por este país, inclusive en sus peores momentos.

De manera que el “gran acuerdo nacional” no podrá conseguirse si Petro sigue obstinado en agredir y dejar por fuera a quienes se han atrevido a expresar reparos o críticas a sus iniciativas.

¿Cómo lograr el “gran acuerdo nacional” que propone Petro?

Reforma agraria, ¿a las malas?

El borrador de decreto del Ministerio de Agricultura, que tiene como propósito ambientar la reforma agraria que el gobierno piensa tramitar en el Congreso de la República, terminó por enfrentar al presidente Petro con los ganaderos del país, en cabeza del presidente de Fedegan, José Félix Lafaurie.

En dicho decreto consta que el gobierno promoverá las “organizaciones y movilizaciones campesinas”. La respuesta de los ganaderos no se hizo esperar, puesto que ellos sí saben en qué termina buena parte de las “organizaciones y movilizaciones campesinas” en Colombia, cuando no existen reglas claras, ni tampoco autoridades para que hagan cumplir la ley y hagan respetar la propiedad privada.

¿Qué hay detrás de la movilización campesina impulsada por el gobierno?

Lo que les espera a los ganaderos -y lo sabe Lafaurie- es una oleada de “invasiones a fincas a lo largo y ancho del país”. Todo ello financiado y respaldado por el Gobierno Nacional, con los impuestos de los colombianos. Se trata -sin duda alguna- de una iniciativa irresponsable por parte del gobierno de Petro, que cree que sus “enemigos” son quienes trabajan el campo y generan empleos.

Petro habla de la “reforma agraria de Lleras Restrepo”, pero está claro que desconoce porqué fracasó. Y no sólo eso: la emprende contra uno de los pocos dirigentes gremiales -el único en realidad- que se le midió a sentarse en la mesa de diálogos con el ELN, causante de la tragedia que viven miles de familias ganaderas en el país.

Petro considera que la creación de las “Brigadas Solidarias Ganaderas”, para defenderse los ganaderos entre sí, es una “invitación al paramilitarismo”. ¿Es eso lo que Petro piensa de quien representa al gobierno -su gobierno- en la mesa de negociación con el ELN?

Congresistas: ¿Quiénes son los que se abrazan con los narcotraficantes?

Pero el “gran acuerdo nacional” no solo debe hacerse con los gremios, los ganaderos entre ellos. También con el Congreso de la República. Pero el problema es que Petro tampoco cree en el Congreso y mucho menos en los congresistas a quienes conoce en su mayoría.

Foto: Esteban Vega

Los únicos congresistas que le gustan son aquellos que no le llevan la contraria. Los demás los descalifica y agrede. Los aplaude cuando le aprueban la reforma tributaria y los insulta cuando le hunden la reforma laboral o le cuestionan la reforma a la salud. Petro ve en el Congreso un flanco vulnerable y por eso lo ataca con saña, a sabiendas de que la opinión pública detesta a los congresistas. Punto.

Hace poco dijo en el Carmen de Bolívar que mientras más se castiga el consumo de drogas en Colombia “más se abrazan los senadores con los narcotraficantes”. Muchas horas después, solo el presidente del Senado, Iván Name, le pidió que respetara a los congresistas.

Foto: Twitter @IvanNameVasquez – A.P.I.

Sin embargo, la inmensa mayoría de sus colegas guardaron un silencio culposo o cobarde. De manera de que ese “gran acuerdo nacional” deberá hacerse también con los congresistas del país, incluyendo aquellos que “se abrazan con los narcotraficantes”, que si Petro los conoce debería denunciarlos para que los metan presos.

Petro y la prensa: ¿perseguido o perseguidor?

En lo que tiene que ver con sus relaciones con los medios de comunicación, Petro cree que la culpa la tienen los mensajeros y no el mensaje. Es decir, los escándalos destapados por los medios de comunicación que involucran a sus familiares -como su hijo Nicolás y su hermano Juan Fernando- son culpa de los medios de comunicación que los divulgan y no de quienes habrían incurrido en faltas graves.

Créditos: Edición kienyke.com

Para Petro todo obedece a una persecución mediática por ser “el primer presidente de izquierda de este país”. Por esa razón guarda silencio cuando desde las redes sociales sus seguidores matonean a los periodistas que denuncian los presuntos delitos o irregularidades de sus familiares. Y por esa misma razón se suma desde su cuenta de X (antes Twitter) a reproducir aquellas entrevistas y reportajes que le hacen llenas de halagos y lisonjas.

Al sentirse atacado por los “medios tradicionales”, Petro encontró en “influenciadores de redes sociales” unos buenos aliados estratégicos a quienes el gobierno les paga para que aplaudan todas sus iniciativas.

Mientras tanto ordena retirar la pauta oficial de los canales privados de televisión -los más vistos y los de mayor audiencia- para trasladarla al canal educativo y cultural del país, hoy convertido en promotor masivo de la figura del Presidente.

El peligro de lavarle la cara a los delincuentes

Con un discurso pugnaz, que en nada contribuye a la consolidación del gran acuerdo nacional que promueve de labios para afuera, Petro no solo aleja la concertación, sino que radicaliza mucho más las posturas de sus contradictores.

Mediante un discurso hábilmente elaborado, Petro logra convertir en “despojadores de tierras” a quienes invirtieron multimillonarios recursos en proyectos productivos promovidos por anteriores gobiernos. Mientras tanto, los verdaderos “despojadores” -guerrilleros y paramilitares- se sienten contentos y empoderados por el inmenso favor que les hizo el Presidente al lavarles la cara.

Gustavo Petro – Getty Images | Archivo. Salvatore Mancuso

Las vueltas que da la vida: quienes invirtieron miles de millones de pesos para evitar que siguieran los despojos de tierras terminaron señalados de “despojadores” por el propio Presidente de la República.

Igual sucede con los “victimarios”, que ahora posan de “víctimas” con el visto bueno del propio Petro. Sus versiones -a todas luces manipuladas y mentirosas- son tomadas por ciertas, sin el menor ejercicio de contraste. A la vuelta de unos pocos meses serán ungidos como “gestores sociales” y tratados como “héroes”, mientras que sus víctimas sufrirán el escarnio y la vergüenza pública.