Así no, presidente

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Encuestas y marchas de protesta evidencian los graves errores que está cometiendo Gustavo Petro.

El presidente Gustavo Petro decidió afrontar la crisis que atraviesa su gobierno de la peor manera posible: evadiéndola. En lugar de reconocer que no está tomando las decisiones correctas, como lo reflejan las encuestas y lo muestran miles de colombianos en las calles, Petro prefirió atrincherarse para disparar munición gruesa a sus contradictores, desde el lugar donde se encuentre, sea en Colombia o en cualquier país europeo, continente donde, al parecer, se siente muy a gusto.

Para Petro todos los que piensan distinto a él están equivocados. Todos, absolutamente todos. Que lo digan los exministros a los que sacó por la puerta de atrás, después de haberlos convencido de que se subieran al bus del “cambio”.

Todos salieron aburridos y desencantados: Alejandro Gaviria, Cecilia López y José Antonio Ocampo cometieron el pecado de hacerle ver a Petro que se estaba equivocando. Todos ellos cuentan con extraordinarias hojas de vida y tienen la experiencia suficiente para ayudar a que esta aventura progresista en la que se embarcó el país salga bien. Pero Petro no les perdonó la osadía de pensar distinto. Hoy los tres no solo salieron frustrados, sino que la jauría de petristas triple A, que navega a placer en las aguas turbias de las redes sociales, no los bajan de traidores, vendidos y corruptos. Así paga el diablo a quien bien le sirve.

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En el caso de las encuestas, por ejemplo, Petro se niega a reconocer que la aprobación de su mandato va rumbo al despeñadero, hasta el punto de que ha perdido más de 20 puntos desde que llegó a la Casa de Nariño. Para un presidente de cualquier país del mundo perder 20 puntos de favorabilidad en tan solo 10 meses de mandato es una barbaridad, pero para un presidente de Colombia semejante descolgada es una monstruosidad. Para todos, menos para Petro, quien luego de conocer la más reciente encuesta polimétrica de Cifras y Conceptos, que le da un 55 por ciento de desfavorabilidad, salió a decir de forma cínica que “si pudiera” lanzarse de nuevo a la Presidencia volvería a ganar.

Pero Petro no solo hace una lectura equivocada de las encuestas, con el fin de acomodarlas a su conveniencia, sino que también ignora a quienes salen a protestar contra sus reformas. Ignora y maltrata a quienes, cansados de su testarudez, que lo lleva a radicar proyectos de ley que podrían dejar sin empleo a medio millón de colombianos, encuentran en las calles el escenario adecuado para expresar su inconformismo. Para Petro todos aquellos que quisieron hacerle ver que la reforma laboral sería funesta para los colombianos, entre ellos el propio Banco de la República, están equivocados.

Fuente: Polimétrica

 

Fuente: Polimétrica

 

Fuente: Polimétrica

 

El comportamiento elusivo de Petro atenta contra su desempeño como gobernante. No es evadiendo la realidad nacional como se solucionan los problemas del país. Un poco de autocrítica y un buen distanciamiento de esos funcionarios “yes man”, que todo se lo celebran, hasta los mayores desaciertos, serviría para redefinir el rumbo del Gobierno. Todavía está a tiempo. Pero para ello se requiere que Petro entienda que se está equivocando de forma grave. Y eso –precisamente– es lo que no quiere entender. Veamos:

¿Ganaría Petro de nuevo la Presidencia?

Petro tiene una relación muy particular con las encuestas. Cuando no le favorecen las ignora o las descalifica, pero cuando sale bien librado entonces las pondera y las replica. Con la más reciente encuesta polimétrica de Cifras y Conceptos pretendió –contra toda evidencia– no solo acomodarla a su favor, sino que sacó conclusiones ajenas a la realidad evidenciada en el estudio. Según la encuesta, la desfavorabilidad de Petro en junio es del 55 por ciento, superior a la de mayo, que fue del 40 por ciento, y mucho más alta que la de noviembre del año pasado, que fue del 31 por ciento. Es decir, la tendencia de desaprobación de Petro es creciente y constante. Con la aprobación de su mandato pasa más o menos lo mismo: en noviembre era del 62 por ciento y ahora en junio es del 42 por ciento. En plata blanca, ello significa que Petro ha perdido cerca de 20 puntos en aprobación y ha subido 20 puntos en desaprobación. Hoy es mayor su desaprobación que su aprobación, entonces, ¿de dónde saca Petro que si “pudiera” lanzarse ganaría de nuevo la Presidencia? Solo su comportamiento evasivo –que lo lleva a evadir la realidad– podría explicar la curiosa conclusión presidencial.

¿Qué pasó con Francia Márquez?

Uno de los resultados más llamativos de la encuesta polimétrica de Cifras y Conceptos tiene que ver con la aprobación de la vicepresidenta, Francia Márquez. Su caso, como el de Petro, es el de una desaprobación creciente, pero mucho más drástica. En efecto, mientras el 36 por ciento aprueba la gestión de Márquez, el 57 por ciento la desaprueba. Márquez –al igual que Petro– también cree que la culpa no es de ella, ni de su desempeño, sino de las encuestas. Pero la realidad es que el desencanto con la Vicepresidencia es notorio, tanto en sus electores como en quienes tenían cifradas esperanzas en su gestión, aunque no hayan votado por Petro y Francia. No es un asunto racial, sino real. El Ministerio de la Igualdad –misión encomendada directamente por Petro– sigue sin materializarse. De acuerdo con las ofertas de campaña, Francia Márquez sería la primera ministra de la Igualdad, pero esa promesa sigue sin cumplirse, entre otras razones por la incompetencia de la propia Márquez, cuyo nombre figura más por sus frases desafortunadas que por sus ejecutorias.

 

Foto: Colprensa

Petro contra la clase media

En París, poco antes de regresar a Colombia, luego de su viaje al exterior número 20 desde que está en la Presidencia, Petro afirmó que en las marchas realizadas en su contra el pasado 20 de junio solo salió “una clase media-alta arribista”. “No salió el obrero, no salió la obrera, no salió la señora de los tintos –declaró Petro, antes de subirse al avión–. Salió una clase media alta-arribista a gritar: ¡fuera Petro!”. Una vez más Petro no solo hizo la lectura equivocada de los hechos, sino que envió un mensaje grosero a quienes –como él en el pasado– encontraron en las calles el escenario perfecto para expresar su inconformidad. El “activismo ideológico” de Petro, que sería inofensivo como candidato presidencial, resulta nocivo como gobernante. Ese discurso va en contravía de lo que encarna por mandato constitucional: la unidad nacional. Petro no une, divide. Punto. Y lo hace a plena conciencia porque cree que le dará réditos políticos y electorales. La clase media que Petro desprecia y quisiera ver empobrecida y arruinada para justificar su discurso es la que mueve la economía con su trabajo y también la que genera empleos, mediante las pequeñas y medianas empresas. La destrucción de la clase media, porque si progresa “se vuelve de derecha”, según palabras del propio Petro, es un viejo sueño marxista, que considera que solo el proletariado –que se ve obligado a ofrecer su fuerza de trabajo a cambio de un salario– merece reconocimiento social.

 

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La tragedia social de La Guajira merece atención urgente

Con su visita a La Guajira esta semana, donde despachará con todo su gabinete a partir de mañana, el presidente Petro busca tener un contacto más directo con la población. Es constante su queja sobre los “fríos salones de la Casa de Nariño”. Y hace bien Petro en salir del Palacio Presidencial, mucho más si de lo que se trata es de conocer de primera mano los graves problemas de abandono y atraso que padece el departamento más pobre del país. La muerte de niños por hambre y desnutrición es una verdadera tragedia social, como la llamó la ONU. Es bueno que Petro, como presidente, se ponga al frente de ese drama que clama al cielo. Pero Petro debe llegar a La Guajira a conocer una realidad, no a imponer una ideología. La Guajira necesita ser oída con su exuberancia y su crudeza.

Esa “dama reclinada / bañada por las aguas del Caribe inmenso”, como de forma magistral la describió Nando Marín, merece ser comprendida y atendida por el Gobierno nacional. Esa Guajira “engreída y altanera”, que dibuja en sus versos nuestro querido juglar Rafael Manjarrez, requiere atención urgente, porque su estado de postración no da espera. Pero para poner fin a la crisis Petro debe escuchar a todos los guajiros, no solo a quienes votaron por él. Ese es su verdadero reto.

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