Batalla de Flores sí, batalla campal no

Foto tomada de El Heraldo.
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¿Por qué la elección de la fiscal General por parte de la Corte Suprema de Justicia terminó polarizando mucho más al país?

Acaba de celebrar Barranquilla su Batalla de Flores, evento sublime del Carnaval, que es –sin duda– la fiesta popular más importante de Colombia. En 1903, cuando todavía estaban abiertas las heridas de la Guerra de los Mil Díaz, el general Heriberto Vengoechea desde Barranquilla hizo un llamado a la reconciliación nacional y de ese generoso gesto nació la Batalla de Flores. De manera que desde La Arenosa se silenciaron los fusiles en todo el territorio nacional. Nuestro espíritu caribe, alegre y dicharachero promueve siempre la reconciliación y el entendimiento entre adversarios. El Caribe ha sido y seguirá siendo tierra abonada para la reconciliación y la paz. El Carnaval es la mejor expresión de nuestro talante folclórico y festivo, ajeno a la confrontación irracional y muy distinto al que predomina en otros lares, donde los conflictos se resuelven con pistolas y cuchillos.

De manera que la Batalla de Flores que ayer disfrutamos en Barranquilla, llena de colorido y desbordante alegría, nada tiene que ver con la “batalla campal” que se libra en buena parte del resto del país, incluyendo Bogotá, donde el pasado 8 de febrero presenciamos –aterrorizados– el hostigamiento violento al Palacio de Justicia, sede de las altas cortes, entre ellas la Corte Suprema de Justicia.

Los iracundos protestantes respondieron la convocatoria realizada por entidades del Gobierno nacional, así como organizaciones sindicales, entre ellas Fecode, que incluía como uno de los puntos de encuentro el Palacio de Justicia.

Aunque la gravedad de la situación vivida por los magistrados de la Corte Suprema, relatada de manera certera por el presidente del alto tribunal, magistrado Gerson Chaverra, llevó al presidente Gustavo Petro a asumir una posición más prudente, lo cierto es que la crispación del estado de ánimo nacional tiene mucho que ver con su comportamiento, desde el momento mismo en que puso en manos de los magistrados la terna para que elijan a la nueva fiscal General de la Nación. Aunque lo niegue, es claro que Petro le ha metido presión a la Corte en su afán por salir pronto del fiscal Francisco Barbosa, con quien sostiene una confrontación despiadada y brutal.

Dicho enfrentamiento vivió su peor momento el pasado jueves, cuando azuzados por el Gobierno y por Fecode, entre otros sindicatos, un grupo de manifestantes llegó hasta la Plaza de Bolívar de Bogotá con la absurda pretensión de obligar a los magistrados a elegir la nueva fiscal general.

Los magistrados de la Corte Suprema no solo no cedieron a la presión violenta de los manifestantes, sino que dejaron en claro que se tomarán el tiempo necesario para evaluar de manera responsable y serena a las tres aspirantes a fiscal general. De igual manera, denunciaron la grave situación que vivieron por cuenta de los violentos que asediaron al Palacio de Justicia, hechos que el propio Petro pretendió minimizar.

¿Qué sigue en lo que tiene que ver con la elección de la nueva fiscal General de la Nación?

Todo dentro de la Constitución y la Ley

La salida del fiscal general Francisco Barbosa este 12 de febrero, por tiempo cumplido, así como la elección de quien llegue a ocupar su cargo, no debería ser motivo de confrontación, ni mucho menos razón para producir una “ruptura institucional”, con todo lo que ello implica. Está contemplado en la ley que en esas circunstancias el reemplazo temporal del fiscal General será quien esté al frente de la Vicefiscalía, en este caso se trata de la vicefiscal Martha Mancera. No será la primera vez que tendremos vicefiscal interino, mientras los magistrados de la Corte Suprema eligen al fiscal General. Algunas elecciones han resultado más demoradas que otras. Inclusive varias de ellas terminaron siendo mucho más complejas y delicadas, como ocurrió en tiempos de Álvaro Uribe, a quien la Corte Suprema le devolvió varias ternas, porque los magistrados consideraron que los postulados no reunían los requisitos.

En ese momento, sin embargo, no hubo por parte del Gobierno nacional ni convocatorias a marchas, ni mucho menos hostigamientos ni asonadas en contra de los magistrados.

Pretender presionar ahora a quienes tienen la enorme responsabilidad de elegir la nueva fiscal –las tres postuladas por Petro son mujeres– es sin duda alguna un grave error, pues es apenas obvio que en esas condiciones los magistrados no elegirán a la sucesora de Barbosa.

Una fiscal independiente del presidente Petro y de sus ministros

La valoración de las hojas de vida así como de las calidades de las aspirantes a suceder a Francisco Barbosa es responsabilidad única y exclusiva de los magistrados de la Corte Suprema de Justicia. Punto. De nadie más. Son ellos quienes tendrán que rendir cuentas de su acierto o su equivocación en la elección.

De hecho, son ellos los señalados por sectores amigos del Gobierno de haberse “equivocado” al escoger a Néstor Humberto Martínez en tiempos de Juan Manuel Santos y al propio Barbosa, en tiempos de Iván Duque. De manera que si en alguna elección deben ser rigurosos y exigentes es en la actual para no volver a “equivocarse”. De la prisa no queda sino el cansancio, decían los abuelos.

De lo que se trata, en esta oportunidad, es de garantizar la absoluta independencia de la nueva fiscal General, tanto del presidente de la República como de algunos de sus ministros, entre ellos el de Defensa, Iván Velásquez, quien ha sido particularmente hostil con los magistrados de la Corte Suprema. De manera que la “excelencia” en las hojas de vida de las aspirantes a fiscal General debe incluir no solo su competencia profesional y académica, sino también la autonomía en el desempeño de sus funciones.

Presidente Petro, sea responsable y deje de comportarse como “tuitero”

Los graves acontecimientos ocurridos el pasado 8 de febrero, que llevó a algunos magistrados de la Corte Suprema de Justicia a considerarse “secuestrados”, deben servir para llevar al presidente Petro a ser mucho más prudente y mesurado en sus afirmaciones y en el manejo de sus redes sociales, en especial su cuenta de X.

El presidente Petro debe reflexionar y dejar de comportarse como un tuitero más. Debe entender que cada palabra que escribe tiene gran y enorme trascendencia en sus millones de seguidores. Cada palabra escrita por él es interpretada por sus fanáticos como una orden. Punto. De esta forma, varios de ellos –los más violentos– se sienten “autorizados” para proceder en contra de quien Petro señale como “enemigo”.

Petro no necesita dar la orden de manera expresa, personal y directa, para que sus seguidores piensen y sientan que necesitan respaldarlo, aún con acciones violentas. Ese es el peligro de manejar de forma ligera las redes sociales. Muchos –¿todos?– los que llegaron a la Corte Suprema el jueves pasado, lo hicieron respondiendo al “llamado” de Petro. Y es responsabilidad de Petro todo lo que suceda a partir de su “llamado”.

Más rigurosidad de los medios de comunicación a la hora de informar

Así como el presidente Petro tiene una enorme responsabilidad sobre lo que sucede con la escogencia de la nueva fiscal General, los medios de comunicación también deben ser mucho más rigurosos en el manejo de la información. Hoy más que nunca se requiere de medios exigentes en la búsqueda de la verdad, lo que significa –entre otras– verificar fuentes y confrontar la información que se difundirá. Por ejemplo: la supuesta evacuación de los magistrados en helicópteros el pasado jueves jamás ocurrió.

Tiene razón Petro cuando cuestiona esa falta de rigurosidad de algunos periodistas. Informar sin verificar es un “pecado” imperdonable cuando se trata de dar noticias. Los medios tradicionales –a los que Petro fustiga cada día con mayor intensidad– no pueden caer en la ligereza con la que actúan las redes sociales, manejadas muchas de ellas por apasionados fanáticos, carentes de rigor informativo.

Así como Petro no debe señalar de forma irresponsable a los periodistas críticos de su gobierno, porque compromete su integridad y hasta sus vidas, los medios también deben ser mucho más cuidadosos cuando se trata de informar sobre asuntos del Gobierno. No hacerlo es darle razones a Petro para que continúe con sus delicados y peligrosos señalamientos.