Cheque en blanco al ELN

FOTO: EFE
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Durante el cese del fuego el grupo guerrillero podrá seguir secuestrando y extorsionando a los colombianos. ¿Por qué no habrá cese de hostilidades?

En medio de un ambiente nacional enrarecido en materia política y cuando el escándalo que originó la salida de dos de sus principales alfiles -Laura Sarabia y Armando Benedetti- sigue sin encontrar aguas mansas, el presidente Gustavo Petro decidió apretar el acelerador en la búsqueda de materializar su principal bandera de gobierno: la paz total.
En efecto, el propio Petro se desplazó el viernes a La Habana para anunciar -junto con alias Antonio García, máximo comandante del ELN- el cese bilateral del fuego, que durará 180 días y será en todo el territorio nacional. El acto de oficialización del acuerdo tuvo como principal anfitrión a Miguel Díaz-Canel, presidente de Cuba.
De acuerdo con el documento presentado en La Habana, el cese del fuego comenzará el próximo 3 de agosto, luego de que las partes cumplan con una serie de compromisos pactados, que incluyen varias fases, entre ellas la de alistamiento y otras de monitoreo y verificación. Lo pactado se regirá por las normas del Derecho Internacional Humanitario.
El presidente Petro sorprendió con el anuncio de que en mayo de 2025 cesará de manera definitiva “la guerra de décadas entre el ELN y el Estado colombiano”. Cuando se trata del ELN a Petro le gusta mucho ponerle fechas límites, aunque después deba retractarse, como ocurrió, cuando afirmó como candidato que si era elegido Presidente el ELN dejaba de existir “en tres meses”. Ahora vemos que ese plazo se extiende por un par de años más.
Pero más allá del radiante optimismo de Petro, el acuerdo del cese bilateral del fuego entre las Fuerzas Armadas de Colombia y el ELN, anunciado en La Habana, deja enormes interrogantes y grandes preocupaciones en la población civil, que ha sido por décadas la principal víctima de los actos criminales y de terror de ese grupo guerrillero.
Por increíble que parezca el cese bilateral del fuego con el ELN no incluye los “actos de hostilidad” contra la población civil. Es decir, que el ELN podrá seguir secuestrando y extorsionando a los colombianos, mientras se desarrolla el cese del fuego. En otras palabras: mientras nuestras Fuerzas Armadas no podrán atacar a sus distintos frentes en el país, el ELN podrá seguir realizando sus actividades criminales a lo largo y ancho del país. Semejante acto de desfachatez y cinismo jamás se había visto en la forma de un acuerdo de cese del fuego.
Si el acuerdo con el ELN se regirá por las normas del DIH -que obliga a no atacar a la población civil no combatiente- cómo el gobierno de Petro les permitirá que sus jefes sigan secuestrando y extorsionando a los colombianos. ¿Qué pasaría en caso de que las Fuerzas Militares o la Policía diseñen y ejecuten una operación de rescate de una persona secuestrada por el ELN? ¿No pueden intervenir porque estarían violando el cese del fuego? ¿No es maniatar aún más a nuestras Fuerzas Armadas?
¿Hasta dónde pueden llegar los acuerdos de cese del fuego entre el gobierno de Gustavo Petro y el ELN?

¿Cuál es la voluntad de paz del ELN?

Que el acuerdo entre el gobierno y el ELN no contemple la suspensión del secuestro y la extorsión a los colombianos no puede ser motivo de celebración, ni de júbilo. En ese sentido no hay nada que celebrar, porque si algo han padecido millones de colombianos por décadas es el secuestro, la extorsión y el “boleteo” del ELN. ¿Es esa la voluntad de paz del ELN? ¿Es mucho sacrificio para sus comandantes dejar de secuestrar, extorsionar, boletear, narcotraficar -que lo hacen, aunque lo nieguen- y seguir moviendo miles de millones de pesos de la minería ilegal? ¿Qué voluntad de paz puede haber en quienes no son capaces de renunciar a sus actividades criminales, mientras firman la paz definitiva con el gobierno? El cese de hostilidades es tanto o más importante que el cese del fuego, pues implica la vida de millones de colombianos que no hacen parte del conflicto armado. En ese sentido lo acordado con el ELN también es histórico: nunca antes un gobierno había llegado tan lejos en su propósito de firmar la desmovilización de un grupo guerrillero al precio que sea. No solo es la primera vez que un jefe de Estado ex guerrillero y un guerrillero firman un cese del fuego bilateral, sino que es también la primera vez que un grupo guerrillero no renuncia a sus principales fuentes de financiación ilegales.

Mientras las Fuerzas Armadas no podrán actuar, el ELN podrá secuestrar

El cinismo de alias Pablo Beltrán, jefe negociador del ELN, no tiene límites. Al ser interrogado por los periodistas sobre el hecho de no renunciar a sus actividades criminales mientras negocian con el gobierno, Beltrán respondió: “las retenciones, si no son necesarias, no se harán”. Es decir, los secuestros -a los que llama eufemísticamente retenciones- seguirán, puesto que eso es uno de sus principales fuentes de ingreso. ¿Tiene sentido que el gobierno de Petro deje desprotegidos a millones de colombianos, mientras el ELN se convence de que llegó la hora de firmar la paz? ¿Cómo se justifica que mientras nuestras Fuerzas Armadas no pueden actuar, el ELN no está obligado a dejar de secuestrar, ni de extorsionar? Sería muy bueno que los organismos internacionales, tan fervorosos a la hora de aplaudir los diálogos con la guerrilla en Colombia, tomaran nota del cinismo y desvergüenza del ELN. En su afán por alcanzar la paz total, Petro no puede comprometer la integridad y la vida de millones de colombianos civiles, que no tienen armas y que nada tienen que ver con la guerra con el ELN.

¿Qué pasará con los otros “frentes de guerra” del ELN?

Por cuenta del control territorial y de los multimillonarios ingresos derivados del narcotráfico y la minería ilegal, entre otros, el ELN tiene abiertos “varios frentes de guerra”. Es decir, su confrontación con el Estado colombiano es tan solo uno de esos frentes de guerra abiertos. El ELN defiende a bala su supremacía en el Catatumbo y el sur de Bolívar, desde donde recibe miles de millones de pesos por traficar con droga y por extraer oro de forma ilegal. ¿Ya firmó el ELN también un cese al fuego con sus enemigos en esos territorios, que no son otros que los carteles mexicanos y las organizaciones criminales que operan en el país? ¿En el acuerdo firmado en La Habana el gobierno colombiano también se comprometió a “blindar” al ELN de los ataques de sus otros enemigos? Es decir, el ELN tiene muchos rivales con quienes también debe firmar la paz, si no quiere que la tregua con el gobierno colombiano se vaya al traste.

Entre La Habana y Caracas

No la tiene fácil el presidente Petro en su propósito de lavarle la cara al régimen de Nicolás Maduro, uno de los grandes violadores de Derechos Humanos en el mundo. Ser amigo de Maduro tiene un costo muy alto para cualquier gobierno. Pero Petro está dispuesto a asumir el riesgo. Venezuela ha sido por muchos años “refugio de jefes guerrilleros”, como Antonio García. Maduro los protegió cuando en Colombia los combatían. Punto. Esa verdad no se puede ocultar. Ahora que Petro y Maduro son grandes amigos, el ELN sabrá sacar provecho de esa condición privilegiada. Y en cuanto a Cuba, también sufre los embates de quienes exigen una apertura política que garantice plenas garantías a todos sus habitantes, incluyendo a la oposición. El sonriente Díaz-Canel deberá rendir cuentas del trato que les da a sus opositores. Celebramos -claro que si- el hecho de que La Habana haya dejado de promover “el foquismo” en el mundo, en especial en América Latina, en tiempos de la revolución, para ser ahora promotor de paz. El Antonio García que posa con camisa guayabera al lado de Petro, es el mismo que en los años 60 recibió entrenamiento militar en la isla para derrocar a gobiernos colombianos elegidos en las urnas de forma democrática.