La Ley del Montes | ¿Petro pide cacao?

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¿Qué hay detrás de la reunión del presidente con los “dueños del país” en Cartagena y con Álvaro Uribe en la Casa de Nariño?

La foto del presidente Gustavo Petro sonriente al lado de los llamados “cacaos” es sin duda una muy buena noticia. Ya era hora de que el jefe del Estado y algunos de los “dueños del país” tuvieran un encuentro franco y directo en medio de un ambiente distendido y cordial, como es la Casa de Huéspedes de Cartagena, tan distinta a los “fríos pasillos de la Casa de Nariño de Bogotá”, donde –según Petro– en las noches salen fantasmas que lo asustan.

Aunque no trascendieron los detalles del encuentro, el solo hecho de que se hubiera llevado a cabo un año y tres meses después de que Petro iniciara su gobierno tuvo buen recibo por parte de los colombianos, en especial de quienes integran el sector productivo. Es bueno que el presidente entre en razón y entienda que los enemigos del país no son “los ricos”, sino todos aquellos que desde la ilegalidad atentan a diario contra los hogares del país y contra la economía nacional.

Llamó la atención –sin embargo– la ausencia de líderes empresariales de la región Caribe –que aporta cifras muy importantes al PIB– así como de Antioquia, en especial quienes hacen parte del Grupo Empresarial Antioqueño (GEA), y también fue notoria la ausencia de representantes del Grupo Gilinski. Es de suponer que dicho encuentro se llevará a cabo en una nueva oportunidad –ojalá no muy lejana– y en desarrollo de lo que Petro ha llamado “un gran acuerdo nacional”.

Pero el encuentro con varios de los líderes empresariales más connotados del país no fue el único de trascendencia que tuvo Petro en la semana que termina. También se reunió una vez más con el expresidente Álvaro Uribe, jefe natural del Centro Democrático (CD), partido opositor al Gobierno, al igual que Cambio Radical, a quienes no invitó al encuentro en la Casa de Nariño. El ex vicepresidente Germán Vargas Lleras, al igual que varios congresistas de ese partido, no fueron tenidos en cuenta, pese a que también tienen la condición de “opositores”. ¿El gran acuerdo nacional es con unos políticos sí y con otros no? Es de esperar que los líderes de Cambio Radical también sean invitados a “un tintico” en la Casa de Nariño con Petro. De no hacerlo, ese “gran acuerdo nacional”, anunciado con tantos bombos y platillos, estaría cojo.

Uribe habló de la cita con Petro en la Casa de Nariño, tratando de salirles al paso a las voces que desde su propio partido reprocharon su encuentro con el presidente: “Anoche no hubo un diálogo –declaró Uribe–. Hubo un debate franco, claro, de discusiones argumentales, un debate intenso en buen lenguaje”.

¿Qué busca “el nuevo Petro” con sus reuniones tanto con los “cacaos”, como con uno de sus opositores más radicales? ¿Qué hay detrás de dichos encuentros?

¿Sirve la foto de Petro con los “explotadores y esclavistas”?

Aunque algunas veces cuesta demasiado, el adagio popular sostiene que a las personas hay que creerles, mucho más si se trata del mismísimo presidente de la República. De manera que no hay que desconfiar de Petro cuando afirma que sus reuniones con los “cacaos” del país –la que pasó y las que vendrían– lo que buscan es “intentar construir las bases de lo que puede ser un gran acuerdo nacional”.

Y esas palabras viniendo de Petro no son poca cosa. Petro ha sido el presidente más hostil y grosero con el sector productivo, a quien señala de nuestros grandes males. Para Petro, buena parte de la tragedia del país tiene que ver con el modelo económico, al que califica de “explotador y esclavista”. De manera que el que haya decidido reunirse con los “explotadores y esclavistas del país” tiene una gran trascendencia. Pero también habría que decir que de dicho encuentro lo menos importante es la foto, mientras Petro no “desarme su lenguaje” y construya con el sector productivo urgentes y eficaces políticas que permitan reactivar la economía, generar empleos dignos y poner fin a tanta incertidumbre, en lo que tiene que ver con nuevas inversiones y nuevos mercados. Si la foto no se traduce en hechos concretos, de poco habría servido. Punto.

La riqueza hoy no está en la tierra, sino en la innovación y la tecnología

Pero el “gran acuerdo nacional” no puede hacerse invitando a unos “cacaos” y dejando por fuera a otros, tan generadores de riqueza como los asistentes a la Casa de Huéspedes de Cartagena. Es necesario que Petro deje de pensar que la estrategia de dividir le servirá para reinar.

En otros tiempos esa perversa premisa que antes servía para mantenerse en el poder hoy solo produce caos y zozobra. En Colombia –si queremos materializar el gran acuerdo nacional– nadie puede ser excluido por el Gobierno. Y no solo se trata de invitar a líderes empresariales de la región Caribe, Antioquia y Bogotá, sino también a quienes están por fuera del país, como es el caso de David Vélez, fundador y dueño del banco Nubank, hoy por hoy el hombre más rico de Colombia, por encima de Luis Carlos Sarmiento Angulo. Que venga Vélez y le cuente a Petro cómo se hace riqueza en los tiempos que corren, para ver si abandona –¡por fin!– esa obsesión de creer que los “ganaderos y latifundistas” son los ricos a los que hay que esquilmar, porque es en la tierra donde está la riqueza, según su creencia. Petro ignora el papel fundamental de la innovación y la tecnología como generadores de riqueza y dinamizadores de la economía.

Petro debe aliarse con el sector productivo en lugar de enemistarse con él. El Gobierno está para facilitar la puesta en marcha de grandes proyectos de desarrollo, no para entorpecerlos. Son dichos proyectos –cualquiera sea su naturaleza– los que generan empleo y dinamizan la economía. Aunque Petro piense lo contrario, lo cierto es que el Estado es pésimo administrador y pésimo ejecutor.

Encuentro Petro-Uribe: ¿buscando salvavidas para las reformas?

Con el famoso tinto en Palacio entre Petro y Uribe no se sabe a quién le fue peor: si a Petro con los petristas o a Uribe con los uribistas. Ambos recibieron munición gruesa de parte de sus amigos y seguidores políticos. Los uribistas consideran que hace mal Uribe en “oxigenar” a un gobierno desprestigiado y decadente, como indican las encuestas; mientras que los petristas creen que Petro no puede tener encuentros con quien consideran “el padre del paramilitarismo” en el país.

La reunión de esta semana tuvo, además, un ingrediente adicional: la suerte de la reforma a la salud, que sigue enredada en el Congreso. Pero más allá de las especulaciones de lado y lado, siempre es bueno que Petro escuche a quien considera su principal opositor. Lo malo es que se niegue a escuchar a los otros opositores, así como a quienes –siendo aliados del Gobierno– han expresado sus reservas sobre los verdaderos alcances de la ley que reforma la salud en Colombia. “Prefiere reunirse con Uribe que con nosotros, que lo hemos respaldado”, me dijo un representante a la Cámara del Partido Verde, molesto con la actitud asumida por Petro.

¿El Gobierno solo escucha a sus amigos?

La decisión de Petro de reunirse con quienes en el pasado reciente fueron objeto de despiadados ataques de parte suya no puede obedecer a un cálculo político, encaminado a ganar tiempo o buscar un poco de oxígeno en momentos en que la economía hace agua y una de sus principales iniciativas está a punto de naufragar en el Congreso de la República. El “gran acuerdo nacional” no puede ser un plan fríamente calculado para bajarle la temperatura a la actual coyuntura económica y política del país. Para dinamizar la economía –hoy con preocupantes cifras decrecientes– Petro necesita del sector productivo, que se ha mostrado dispuesto a colaborar con el Gobierno.

Y en lo que tiene que ver con la reforma a la salud es necesario que escuche a quienes tienen serios y sólidos reparos sobre su conveniencia. No todo obedece a un plan macabro urdido desde la oposición para sepultar la iniciativa, como dicen sus áulicos. Hoy por hoy la mayoría de los colombianos creen que el sistema de salud funciona bien, aunque reconocen que se deben hacer varias mejoras. Pero eso es muy distinto a pretender acabarlo.