¡No más vándalos en los estadios!

Foto: Cortesía.
COMPARTIR EN:

Por ÓSCAR MONTES
@leydelmontes

¡Ya está bueno de tantos criminales sueltos en las tribunas de los estadios del país! ¡Basta ya de tantos asesinos en potencia disfrazados de hinchas y fanáticos de los equipos de fútbol profesional colombiano! ¡Ya la paciencia se colmó! Lo de anoche en el estadio “Atanasio Girardot” de Medellín es la prueba contundente, triste y cruel del mal estado de la salud del fútbol en Colombia. El fútbol colombiano está en estado terminal.

La trifulca que se armó anoche durante el desarrollo del partido entre Junior de Barranquilla y Atlético Nacional de Medellín -que hasta el momento deja un balance de 20 personas heridas, algunas de gravedad- demostró que el espectáculo del fútbol le quedó grande a todos: a las autoridades, las directivas del fútbol profesional y también -por desgracia- a buena parte de los fanáticos.

A las autoridades de Policía, porque se han visto impotentes y desbordadas por el accionar criminal de las llamadas “barras bravas”, que no son nada distinto a criminales disfrazados de hinchas, quienes se pasean por los estadios de forma impune, sin que nada ni nadie los meta en cintura. ¿Quiénes y cuántos son? ¿Están reseñados por las autoridades? ¿Tienen restricciones de movilidad? ¿Tienen antecedentes penales?

Es increíble que esta turba de maleantes ingresen a los estadios como Pedro por su casa y con todo tipo de armas, sin que nadie los requise. ¿Cómo ingresaron al Atanasio Girardot de Medellín? ¿Dónde guardan sus cuchillos, puñales y machetes con los que se atacan unos a otros?

Los directivos de los equipos de fútbol también tienen mucha responsabilidad en lo que está sucediendo. Muchas veces por “tener contentos” a estos salvajes, para que no los ataquen o “aprieten” a los jugadores, entonces ceden a sus exigencias, como entregarles pasajes y entradas gratis a los estadios. Esa alcahuetería no puede seguir. Debe acabarse ya. Los directivos de los equipos de fútbol deben saber que no están tratando con hinchas o fanáticos de los clubes, sino con delincuentes. Punto. ¡No son hinchas: son bandidos!

Pero también a los fanáticos del fútbol les cabe responsabilidad, porque a esos criminales hay que denunciarlos ante las autoridades. Celebrar sus actuaciones, porque agreden a los equipos contrarios, es ser cómplices de su accionar criminal. Cuando “barras bravas” de nuestros equipos atacan a “barras bravas” de otros equipos, sin recibir de parte nuestra ni repudio ni rechazo, entonces estamos validando su comportamiento antisocial.

¿Qué hay que hacer? Hay que insistir en los programas de “educación de las barras” de los equipos profesionales. Hay que retomar los programas de “resocialización de los barras bravas”. Hay que educar a los futuros hinchas desde la infancia en los colegios. Hay que aumentar los controles en los estadios y aumentar las sanciones a los infractores.
Equipos y autoridades deben trabajar de la mano, no como ruedas sueltas: los directivos de los equipos solo responden por la seguridad dentro de los estadios, mientras que la Policía solo responde por la seguridad fuera de los mismos.

Los hechos de anoche en Medellín demuestran que ambos están haciendo muy mal su tarea. O nos unimos todos los que tenemos alguna relación con el fútbol profesional colombiano, o el fútbol se extingue por culpa de unos cuantos desadaptados, que son todo menos hinchas del fútbol. Lo de anoche en Medellín fue un campanazo de alerta. Pero no será el último.