¡Paren el exabrupto…!

Foto: Cortesia El Heraldo.
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No tiene sentido construir complejos habitacionales en una zona industrial de Barranquilla. Caso Tecnoglass y Argos. Urge actualizar el POT.  

El Plan de Ordenamiento Territorial (POT) no es nada distinto a la hoja de ruta que trazan las ciudades para definir y determinar la vocación, destinación y uso del suelo. Se trata –sin duda– de la herramienta más eficaz para que los municipios y distintos centros urbanos definan sus derroteros para las décadas o años siguientes a su aprobación por parte del Concejo Municipal o Distrital. El POT es, pues, el instrumento de planificación idóneo, cuando se trata de proyectar el desarrollo de municipios, ciudades y centros urbanos.

En el caso del uso del suelo es bien sabido que el mismo solo puede determinarse para actividades claramente definidas, que deben enmarcarse –fundamentalmente– en tres sectores: residencial (habitacional), comercial e industrial. Con base en las determinaciones del POT los distintos protagonistas de las ciudades definen sus inversiones y proyecciones futuras. No es un asunto de poca monta, puesto que se trata –ni más ni menos– de la seguridad jurídica de las inversiones.

En el caso de Barranquilla, la dinámica de la ciudad y algunas decisiones tomadas en el 2014, cuando el Concejo Distrital revisó el POT del 2007, han llevado a que se requiera con urgencia actualizar –diez años después– el POT del 2014. Esa es la única manera de superar conflictos o litigios que se vienen presentando, en especial el que tiene que ver con la empresa barranquillera Tecnoglass y el Grupo Argos, propietario de predios en el norte de Barranquilla, donde tiene proyectado construir un complejo habitacional en terrenos con vocación, proyección y uso netamente industrial, como de forma acertada lo han expresado propietarios y accionistas de Tecnoglass.

Es evidente –y objetivamente irrefutable– que la destinación y uso del suelo en ese sector de la ciudad no puede ser residencial. Es un “exabrupto”, como acertadamente lo llamó el Editorial de EL HERALDO del pasado 27 de marzo. Las razones del exabrupto son múltiples, entre otras, las graves afectaciones que podrían sufrir quienes decidieran adquirir residencias o apartamentos en una zona cuyo uso no puede ser sino industrial. Los procesos de producción de una empresa como Tecnoglass –que no duerme, pues labora 24/7– sin duda alguna impactarían a quienes de buena fe adquirieran viviendas en el sector, puesto que los compradores se verían afectados física y emocionalmente.

Es decir, vistas las cosas en estos términos, no se trata de un asunto meramente legal, sino de salud pública, que incluye –por supuesto– un tráfico insoportable y una eventual congestión vehicular permanente, que afectaría a los residentes en el sector. Dicho caos vehicular sería producto del tránsito permanente de la maquinaria pesada de la empresa, así como el de los vehículos de quienes habiten en los apartamentos construidos.

Los hechos son tozudos y la controversia desatada entre Tecnoglass y Argos demuestra que el “experimento” surgido de la revisión del POT del 2007 en el 2014, que permitía el uso mixto del suelo (industrial y residencial) en ese sector de la ciudad, no funcionó. Dicho “invento” lo que podría generar es más caos, más afectaciones emocionales de los potenciales residentes y más conflictos sociales, que es exactamente todo lo contrario a lo pretende fomentar un buen POT.

¿Cómo podría dirimirse el conflicto entre Tecnoglass y Argos?

Un buen POT fomenta las relaciones armónicas y cordiales en la ciudad

El desarrollo urbanístico de Barranquilla en los últimos diez años, que ha logrado posicionarla en todo el país como una ciudad con “visión de futuro”, obliga al Distrito y al Concejo Distrital a actualizar con prontitud el POT del 2014. Ello serviría para replantear la figura bastante exótica del “uso mixto” del suelo.

Está visto que esa fórmula no funcionó, porque ha quedado demostrado –sobre el terreno– que construir unidades residenciales o apartamentos en zonas industriales atentaría no solo contra la armonía social, sino laboral de quienes hacen parte de su entorno. Se trata –sin duda– de un exabrupto. Punto. Un buen POT fomenta las relaciones armónicas y cordiales de todos los habitantes de la ciudad. No ocurrió así con la revisión del POT del 2007 en el 2014, que dejó abierta la posibilidad para que esas relaciones “armónicas y cordiales” se vieran afectadas en materia grave, puesto que podrían fomentar nuevos conflictos sociales en una ciudad que lo que quiere es exactamente todo lo contrario: desescalar cualquier posibilidad de confrontación social.

Más estrés y más caos vehicular significa menos salud mental

La salud mental de los colombianos es hoy por hoy una de las grandes preocupaciones de quienes dirigen los destinos del país y de sus principales ciudades. Una encuesta del Ministerio de Salud, publicada a finales del año pasado, reveló que el 66,3 por ciento de los colombianos reconoció haber sufrido algún tipo de problema de salud mental. ¡Es una barbaridad! ¡Una monstruosidad! De acuerdo con estudios científicos, buena parte de las alteraciones mentales tienen que ver con altos niveles de estrés.

Una ciudad caótica y urbanísticamente desordenada contribuye –sin duda alguna– a elevar los niveles de estrés de sus habitantes. ¿Hay algo más estresante que un trancón? ¿Algo que altere más el estado de ánimo de una persona que no poder llegar a tiempo a una cita urgente o al lugar de trabajo? Cuando se diseñan modelos de ciudad que dejan de lado asuntos tan vitales como el tránsito de vehículos y la densidad poblacional se contribuye al crecimiento exponencial de los niveles de estrés de las personas. Es por ello que se requiere que la relación entre todos los protagonistas –personas, viviendas y vehículos– sea armónica.

Tecnoglass, una gestión social invaluable en Barranquilla

La permanencia de Tecnoglass es fundamental para Barranquilla no solo en materia de tributación, sino también laboral y de gestión social.

La empresa hace parte del sentimiento currambero, porque su gestión social es ejemplo para las otras grandes empresas de la ciudad. Tecnoglass genera 10.000 empleos directos y la Fundación Tecnoglass asiste diariamente a miles de familias de escasos recursos y contribuye a la formación técnica, tecnológica y profesional de miles de jóvenes de escasos recursos.

El buen estado de una empresa no solo se mide en términos monetarios, relacionados directamente con su pérdidas y ganancias, que en el caso de Tecnoglass son extraordinariamente  favorables, sino también en su relación con la comunidad y con su contribución a la armonía social. Sin duda alguna, en el caso de Tecnoglas y de todas las empresas que hacen parte del conglomerado, su estrechos vínculos con la comunidad hablan muy bien de su invaluable gestión social. Hablar de Tecnoglass es hablar del alma de Barranquilla.

Actualización del POT, tarea urgente

Aunque la controversia entre Tecnoglass y Argos tiene un gran componente legal, que debe ser considerado, también es cierto que por las implicaciones que tiene hay que considerar otros factores, igualmente valiosos. Uno de ellos es el impacto medioambiental que podría causar la construcción de un complejo habitacional en una zona de la ciudad que tiene una gran fragilidad en ese sentido. Esa fue una de las razones por las cuales, desde un comienzo, el uso residencial del suelo no fue considerado. No se trata de construir el mayor número de viviendas, sino de considerar el impacto negativo que ello podría causar en términos medioambientales.

Ciudades como Barranquilla y toda el Área Metropolitana, incluyendo Puerto Colombia, necesitan más pulmones y menos hacinamientos urbanísticos. De manera que ojalá Distrito y Concejo -con el acompañamiento ciudadano, por supuesto- se pongan en la tarea de la actualización del POT para que la ciudad recupere la hoja de ruta que tanto necesita para su desarrollo sostenible y armónico.